Desde el aeropuerto nos subimos a un waterbus llamado “waporeto” hasta la parada del “Rialto”, donde está ubicado nuestro hotel –Hotel Marconi-. Ahí fue toda una travesía cruzar el puente hasta el hotel con 2 valijas, 1 bolso, una mochila de campamento, y dos bolsitos de mano, ya que en todo el puente hay escaleras y por ende no podíamos arrastrar sino que había que llevar todo a cuestas, y para empeorar la situación nos dieron una habitación en el cuarto piso del hotel, que no tiene ascensor! Ergo, tenemos unos músculos en los brazos tipo Popeye. El hotel está ambientado de manera antigua, de hecho tanto las cortinas como los muebles parecen los de la abuela, p
Una vez superado el escollo, nos pusimos por primera vez ropa de verano, y salimos a recorrer. Llegamos hasta la Plaza San Marco donde una vez almorzados hicimos el recorrido por el Palacio Ducal. Si bien no dejan tomar fotos, algunas furtivas demostrarán su magnificencia.
A la salida, como no podíamos entrar a la Basílica por no contar con ropa “religiosamente” adecuada, nos dedicamos a pasear por las calles de Venecia.
En el trayecto nos encontramos con unos gondolieris, que nos ofrecieron dar un paseo en góndola…y cómo resistirse, no? Así que paseamos en la góndola por los canales interiores, el
Volvimos al hotel a descansar un poco, previo paso por una Gelateria, y algunas pocas horas después nos cambiamos y salimos a cenar a la vera del Gran Canal. Allí culminó la jornada.
El jueves pudimos dormir un poco más pero no tanto como para desaprovechar el día. Nos vestimos con panta
Simplemente impresionante.
Al mediodía recuperamos energía con una pizza y seguimos con la caminata. Llegamos a la Academía, que es u
na galería de arte, y regresamos hacia el Rialto circundando la ciudad. A la noche cenamos tallarines con frutos de mar y nos sacamos las últimas fotos sobre el Canal y a la luz de la luna. Como les dije, no hay para mí (Flor) ciudad más romántica.
Venecia da la sensación de vivir únicamente gracias a los turistas que merodean por sus calles, difícilmente se ve habitantes viviendo en las casas que hay edificadas allí y más tarde nos enteramos que en realidad todos los que trabajan en el centro de la ciudad no viven ahí mismo, sino que van a atender sus negocios o a trabajar en las pocas oficinas que se encuentran y por la noche regresan a sus hogares en las afueras. Creo que ello aporta el misterio que la convierte en un lugar tan especial.
El viernes por la mañana partimos en tren hacia Roma (la última ciudad de nuestra Luna de Miel)….ahí nos volveremos a encontrar. Hasta pronto!
Venecia da la sensación de vivir únicamente gracias a los turistas que merodean por sus calles, difícilmente se ve habitantes viviendo en las casas que hay edificadas allí y más tarde nos enteramos que en realidad todos los que trabajan en el centro de la ciudad no viven ahí mismo, sino que van a atender sus negocios o a trabajar en las pocas oficinas que se encuentran y por la noche regresan a sus hogares en las afueras. Creo que ello aporta el misterio que la convierte en un lugar tan especial.
El viernes por la mañana partimos en tren hacia Roma (la última ciudad de nuestra Luna de Miel)….ahí nos volveremos a encontrar. Hasta pronto!